martes, 25 de marzo de 2008

Natal: risas mil.

Natal, capital de Rio Grande do Norte, Brasil.
Destino paradisiaco repleto de playas, palmeras, sol, playas, palmeras, sol, playas, palmeras y sol.
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No, no es que le haya dado al Ctrl+C, Ctrl+V más de la cuenta; es que no hay mucho más que hacer allí!!.
El hotel, maravilloso, sobretodo por las vistas en primerísima línea de playa desde las habitaciones.
Las noches bañadas por la luna llena de brillo más intenso jamás visto, eran de ensueño.
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La ciudad, por contra, la cosa más horrenda que han visto estos ojos (con permiso de San José de Costa Rica). Una ciudad construída con mala leche a base de bloques de hormigón al más puro estilo suburbio de extrarradio.
Pleno de centro de Natal.
Para más muestras, la catedral (sí, sí, eso de abajo es una catedral).

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Afortunadamente conté con la compañía de unos compis maravillosos con muchas ganas de hacer cosas que no querían limitar su estancia brasileira a tostarse vuelta y vuelta en la playa como único fín.
Excursión en bugies por dunas doradas, buceo, incursiones por los pueblos costeros de la zona, pseudo-surf... y muchas compras. Compras compulsivas ante las maravillosas y llamativas Havaianas (c) de multitud de diseños y bañadores ¡¡Esos chiqui-bañadores tan brasileños!!.
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Licores típicos o algo....
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Lo mejor del viaje: la excursión a Pipa, un pueblo, que en realidad era una única calle, de ambiente hippy-surfeiro. Y allí nos encontramos, sin reserva previa, en plena Semana Santa y todo completo. De modo que tras patear todo el pueblo (o sea, la calle) dimos con un horripilante hostal con aspecto de orfanato abandonado y cochambroso, justo enfrente del cementerio.
En ese entorno tan hostil he hecho el botellón más escalofriante de mi vida, entre terroríficas historias reales de secuestros de turistas para tráfico de órganos, experiencias con fantasmas y sucesos paranormales. El miedo fue in crescendo hasta llegar a la paranoia y temer realmente por nuestra integridad física.
-¿Nuestros pulmones? Moi mal, fumamos muito!
-¿Nuestro hígado? Ufff, bebemos muito, muito; tambén lo tenemos moi mal, oiga!!- íbamos indicando a la presunta secuestradora, así, como quien no quiere la cosa, para que desistiera de su intento de abrirnos en canal.
Afortunadamente, a la mañana siguiente no amanecimos en ninguna bañera llena de hielos ni con cicatrices por el cuerpo...uf!
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Ale, y ahora este bonito videoclip:

jueves, 13 de marzo de 2008

Viejas etiquetas

Estos letreros envejecidos y de aspecto manoseado constituyen los últimos vestigios de lo que otrora fue un intenso aprendizaje del idioma chino. Mis constantes viajes por el Globo y otras razones, me impidieron llevar una disciplina didáctica y de asistencia a clases.

De arriba a abajo: pastel, pan, galletas, queso, pasta, leche y cereales.
Es una pena, porque en el momento de máximo entusiasmo con la lengua de Confucio llegué incluso a etiquetar literalmente cada producto alimenticio con notas como éstas.
La leche, los huevos, los yogures, el pan, el arroz, el pollo, la pesca, la ternera... Todos lucían orgullosos su exótica nota, escrita a mano con mayor o menor acierto, en complicados y enrevesados caracteres chinos.
Ahora, al verlas, recuerdo con nostalgia algo que se tomó con mucha ilusión y que poco a poco fui eliminando de mis prioridades.
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Haciendo una retrospectiva, me doy cuenta de que hay muchas cosas que se toman con un entusiasmo inicial que se va difuminando con el paso del tiempo...

viernes, 7 de marzo de 2008

Aldea de Niños

He vuelto a visitar la Aldea de Niños del Padre Alfredo en Santa Cruz de la Sierra. Lo cierto es que me lo paso pipa cada vez que veo a esos niñitos bolivianos tan cariñosos, tan alegres, que muestran todo su cariño al ver a un desconocido, a pesar de ser huérfanos o haber sido abandonados por sus familias.

.Hay un grupito en especial al que tengo mucho cariño, el de los chiquitos, de apenas 5 o 6 añitos.

. Tres chiquitos, posando en plan japo.

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Algunos ya me conocen como "el de las pastillitas", por mi costumbre a llevarles caramelos y jugar a adivinar en qué mano los guardo.


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El baile de la pastilla.

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Esta vez les he estado dibujando aviones surcando el cielo azul entre nubes blancas mientras les explicaba que yo trabajaba ahí arriba.
- ¿Tan arriba? ¿Y cómo vuela un avión?- me preguntó Alejandro, el más avispado.

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-¡Álseme, álseme!
Lo que sí me dejó fuera de juego fue cuando me preguntó porqué no se caía el globo terráqueo. A ver, cómo le explicas a un niño de 5 años el rollo de la fuerza gravitatoria planetaria...¡¡cuando yo tampoco la tengo muy clara!! (¡menudo zopenco!) Asì que me limité a encogerme de hombros...(sic).

¡Deme una patillita, señor!
Luego me pidieron que les dibujara el mapa de América y de Europa y se aprendieron en un santiamén, sobre aquél garabato que improvisé, dónde estaban Canadá, EE.UU, Brasil, Argentina, Chile y por supuesto, Bolivia. Yo me quedé muerto. Sospecho con gran penar, que un mostrenco escolar español de 10 años apenas debe haber oído la palabra América en su vida...


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Criticas al sistema educativo español aparte, espero volver a visitar dentro de poco a estos angelitos, porque es altamente gratificante ayudarles en lo que sea y jugar con ellos.