No sabe la ministra que a la Real Academia no se le propone que incluya nada, puesto que ése no es su cometido; la Real Academia tan sólo se limita a recoger y hacerse eco de los términos que ya se usan en la lengua.
La ministra Aído o cómo la estupidez no distingue de géneros ni sexos.
La ignorancia es así de atrevida en estos tiempos de hoy en día.
El uso de la arroba para denominar amb@s géner@s ya me parecía una cretinez de cernícalo, pero esto supone una nueva revisión de la estulticia mental: todo lo femenino, por el mero hecho de serlo, debe terminar en –a – piensan muchas miembras de las FEAS (siglas de Feministas Españolas Anti -Sexismo y que me temo que las califica de maravilla a la mayoría de ellas).
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La ocurrencia de la Ministra de la Sandez nos recuerda a la anécdota que en su día protagonizó Carmen Romero, esposa del añorado Felipe González con lo de jóvenes y jóvenas. Hace quince años, la salida de la Romero suponía una gracieta ingenua que levantaba una sonrisa de condescendencia, pero tal y como están hoy las cosas, con la crispación, y tocahuevismo que las feas originan cada vez que abren la boca, (¿conocéis la imprescindible guía de juegos antisexistas editada por las feas de la Junta de Andalucía?) la cosa ya no tiene ni pizca de gracia.
Y encima alguien así es Ministra de Gobierno, nada menos señores (y señoras).
Definitivamente, en España la imbecilidaz se escribe con zeta. Con Zeta de Zapatero, por supuesto.