jueves, 12 de noviembre de 2009

Paseando por La Paz

La Paz, capital de Bolivia…pues no. Resulta que la capital es Sucre, en La Paz sólo está la sede gubernamental. Con esta revelación comenzaba nuestra excursión a la América profunda. Y es que La Paz es una de esas ciudades cochambrosas con encanto a cultura milenaria donde las costumbres ancestrales se mezclan con la religiosidad católica, haciendo una mezcla explosiva.
Las mujeres típicas de La Paz son las cholitas, denominación que procede de la palabra castellana chula= presumida, coqueta.

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Esta indumentaria procede del modo en que se vestían las mujeres españolas en el s. XVII: enaguas, faldas y sobrefaldas hasta realizar un abultamiento pomposo.

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Tienda de faldas de brillantes materiales sintéticos...

El bombín fue copiado de los trabajadores e ingenieros británicos que fueron allá a principios de siglo pasado para construir los primeros ferrocarriles. De esa mezcla tan atemporal y surrealista surge la indumentaria tan pintoresca de estas mujeres bolivianas.

-"Buenos días, señor".
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Siguiendo con más mezclas imposibles: las iglesias tienen una decoración en las fachadas que nos remontan a la época precolombina; pareciendo más ornamentos de una pirámide indígena que de una iglesia católica.
Y ya el colmo de los colmos: la mezcolanza religiosa.
Como vestigio de una divinidad ancestral, actualmente se venera a un espíritu relacionado con la agricultura: la Pachamama. El espíritu Pachamama, madre tierra.
Para ganarse el favor de Pachamama, los aymaras realizan extraños ritos, como el de enterrar suyus (fetos de llama) a modo de ofrenda.
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Fetos resecos de llamas.
Estos fetos provocados brutalmente a las sufridas llamas, se podían encontrar con facilidad en cualquier puesto ambulante, colgados los pobres de una cuerda por manojos, como si de pimientos secos o ramas de laurel se tratase. Muuu fuerte. Para que luego se ponga el grito en el cielo por las corridas de toros…
También elaboran mesas de ofrendas con caramelos y dulces con formas de aquello que se desea (dulces con formas de casa, coches, animales domésticos…) para ser quemado a las 00:00 de la noche.

Mesa de ofrenda con aquello que se anhela: trabajo en la mina (el muñeco empujando el carrito) y suerte en el negocio (caramelo con forma de máquina registradora).


Para atraer a la fortuna tienen un personaje, el Ekeko, dios mestizo de la Ilusión y la Abundancia, un sonriente muñeco con cara de gigantes y cabezudos, al que se colma de billetes, tabaco y boletos de lotería.

..El Ekeko, siempre feliz...
No nos dio el mal de altura a pesar de ser una ciudad construida a 3.000 y pico metros de altura…eso sí, la coca estaba al orden del día. Me refiero a las hojas de coca, de las que había infusiones por doquier. Estas hojas también se emplean para predecir el futuro por unos brujos expertos, los yatiri.
Una ciudad como veis, exótica y guarripeich, interesante desde un punto de vista antropológico y curiosa desde el estético.

Vendedor ambulante de jugos: agua con un durazno sumergido...

Disfraces para Carnaval o Diabladas.

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Balcón de madera profusamente decorado al estilo criollo.

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Estampado autóctono.

Por fín las ví!!. ¡Llamas en vivo y en directo!

martes, 10 de noviembre de 2009

Los sabores de América.

Hacía muchísimos años que no había vuelto a ver la marca Tang por España. Son esas marcas y logos que te remiten a una época pasada como la Mirinda o los Masqueseros de Matutano. ¿Os acordais del Tang? Polvillos de ésos con los que te podías hacer un guarrizumo al echarlos en un litro de agua y remover con la cuchara.

En hispanoamérica están aún en vigor e incluso hay multitud de marcas similares. Pero no os creais que allá se limitan a los sabores clásicos tipo fresa, naranja, melocotón, manzana, pera y ya. No, no, no. En hispanoamérica hay tal cantidad de frutas exóticas que han adaptado los polvos a los sabores de por aquellos lares...

Un diez para quien conozca estas frutas...
Toronja:

Parchita:

Lulo o naranjilla....

....que ni por un nombre ni por el otro la conocemos..


Guanábana:

Granadilla:.

Y mi favorito: el Mocochinchi, con nombre de mascota cursi y extraña apariencia de castaña pilonga del caribe.

domingo, 1 de noviembre de 2009

¡Fulano, cabrón; nos debes mogollón!

Una manifestación siempre es interesante: una declaración de principios reivindicativa en la que cada cual expresa con total libertad sus ideales. Gracias a la desinhibición que proporciona el anonimato al estar inmerso en una masa gritona y escandalosa, se dicen cosas que uno no se atrevería a decir en solitario.
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Para que una manifestación sea tomada en serio debe de constar de cuatro factores: que sea concurrida (cuanta más gente, más ruido, más alboroto y mejor), que lo reivindicado sea un hecho importante, que tenga lugar en un sitio público y que se guarde cierta coherencia entre la estética de los manifestantes con lo que se proclama.
Porque claro, de lo contrario tendríamos casos delirantes, por poner un ejemplo, como una manifestación de ocho personas por la subida del precio del cebollino rojo en la casa de Don Paco Pérez : ocho manifestantes no resultan trascendentes, ni el tema parece realmente crucial, ni el comedor de una casa es el lugar idóneo para realizar dicha manifestación.
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-Ay, jo!
Por el mismo hecho, la estética es sumamente importante: ni se puede protestar por la matanza de animales para consumo humano mientras te estás zampando una hamburguesa, ni resulta apropiado pedir dinero ni protestar porque una empresa deba cuatro nóminas y más de 4.000 € a cada trabajador yendo a dar el petardazo padre a la mani sujetándote las maxigafas de Prada mientras se te enreda la pancarta con el bolso de Louis Vuitton, desabrochándote por el sofocón del momento el abrigo Loewe y quejándote del dolor de pies por haber estado saltando sobre unos taconazos de vértigo by Jimmy Choo. Y es que a pesar de todo, cada vez somos más conscientes de que el glamour, la clase y el estilazo jamás abandonarán a una auténtica cometa.