Primero fue Mateo, un periquito de tonalidades azules y grises. Duró un mes.
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Después vino Jorgito, un bello ejemplar de vivos colores verdes. Duró algo más. Mes y medio para ser exactos.

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Y luego tienen el coño de criticar mi adoración al plástico y a lo artificial... ¡Vivan las mascotas de plástico!
Eso me pasa por no ser fiel a mis principios... ¡Nunca máis!.


2 comentarios:
LAs flores de mi casa son tan "naturales" como esa última mascota tuya y tan ricamente, oye.
Lou
Jajajaja! no me digas que TAMBIÉN tú tienes flores plasticosas... A mi me quedan fetén en mi balcón. Siempre bellas, siempre inertes, siempre perfectas.
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