viernes, 29 de febrero de 2008

Andrès Carne de Res.

Anoche fuimos a cenar a un restaurante a las afueras de Bogotà cuyo nombre prometìa…Andrès Carne de Res.
Encima de cada mesa, corazones indicadores para guiar a los camareros...
Pero lo curioso del lugar no es el menù, especializado en carne a la parrilla, sino la estètica. Con un estilo absolutamente trash, a medio camino entre la chatarrerìa cochambrosa y el kitsch barroco, Andrès Carne de Res, es un autèntico museo en el que hacerse mil y una fotos. Para haceros una idea, es como el local de Abierto hasta el Amanecer decorado con imaginerìa religiosa y elementos de parque de atracciones (sic).
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Mil y un recolguines del techo.
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Un altarcino ahì a modo de bienvenida..
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Hasta idolos africanos tienen cabida en Andres...
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Niño Jesùs en neumàtico; amos que...
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Este tipo de estetica ya ha sido utilizada en muchas ocasiones, pero en plena Hispanoamèrica, èsta cobra una relevancia como mas autèntica y genuina.
Bebida energizante cristiana...
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.Cartel de Jalogüin muy latino...
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Con mùsica pachanguera, animadores disfrazados y un ambiente de lo mas desenfadado, pasamos una noche divertidìsima, donde la carne fue lo de menos…

jueves, 28 de febrero de 2008

De museos por Bogotà

Esta mañana ha sido muy provechosa. Y es que no hay nada mejor que coincidir con compis que tengan ganas de conocer Bogotà y las muchas actividades culturales que èsta te ofrece.
La primera parada ha sido en el Museo Botero. ¡Fantàstico!.



Con la manota que, a modo de saludo, recibe a los visitantes.

A pesar del nombre, no sòlo ofrecìa multitud de obras del gran artista paisa, sino que se podían admirar obras de Picasso, Dalì, Miró, Matisse, Klimt, Degas, Renoire y Balthus entre otros muchos.
Botero me parece un artista genial, no sòlo por su original propuesta de orondas formas, sino porque su dibujo destila un aire naïf muy risueño e ingenuo cuyas imàgenes remiten a veces al realismo màgico de la literatura hispanoamericana.
Lo que màs me gusta son las reinterpretaciones de iconos de la pintura:


Una corregida y aumentada Gioconda con un aire de lo màs campechano.




Hasta Mari Bàrbola, mi freaky favorita, ha sido homenajeada por el colombiano.



¿Alguna vez ha habido un bodegòn màs golosito y rebomby? Ñam, ñam...


¡Si es que hasta la mismìsima Muerte se ve sanota, coño!



Al lado se encuentra el Museo del Oro, en el que se expone una interesante muestra de orfebrerìa precolombina.




Muy curioso ver animalillos en miniatura labrados en oro con gran minuciosidad.



Desde guepardos....



cocodrilos....



...tucanes o algo...



...raninas graciosinas....



hasta vasijas con forma antropomorfa sospechosamente similar al anime japonès...



...o no parece èsto un Pokemon precolombino en botijo style?




A la hora de comer preferimos quedarnos por aquella zona, el barrio de la Candelaria.



Donde degustamos una exquisita Bandeja Paisa en el comedor del moderno y tecnologico Complejo Universitario.



Frijoles, arroz, huevo frito, aguacate, bananos fritos, chorizo, chicharrones y carne.



Culminamos la tarde subiendo en funicular a la hermita de Monserrate, (sì, acabado en e) en lo alto de un elevadìsimo cerro desde el que se divisaba toda la ciudad, con sus rascacielos, edificios y barrios.



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Y mañana màs…

miércoles, 13 de febrero de 2008

La habitación 411

Sobre el Hotel de Bogotá pesa una negra leyenda, más concretamente a la habitación 411.
La mayor parte de los tripulantes que han tenido la fatal suerte de ser alojados en esa habitación cuentan escalofriantes historias que acontecen bien entrada la noche: susurros y gemidos que anteceden la presencia fantasmal de una anciana que se acerca lentamente a la cama mientras te mira fijamente y se sienta en el borde.
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Ni que decir tiene que la historia finaliza con el tripulante de turno al borde de la taquicardia corriendo por los pasillos y pidiendo encarecidamente en recepción que le cambien inmediatamente de habitación....
Pues bien amigos, a mi me ha tocado la puerta de enfrente, la 412, y del miedo que tengo apenas he dormido esta noche. A ver, cómo leñes va a dormir uno con las luces encendidas y la tele puesta a la espera de que a la buena señora le dé por darse un garbeo y se meta en la habitación de enfrente....¡glups!

Desde mi mirilla se ve la puerta tras la cual reside el horror en forma de fantasma colombiano.

Tratando de olvidar la espectral presencia de la habitación de enfrente, me he metido entre pecho y espalda un ajiaco que quita el sentío. Se trata de una sopa espesa típica colombiana hecha de pollo y maíz a la que se añaden de manera opcional alcaparras, nata y salsa picante de cilantro. Como se trata de un plato muy sabroso y denso, viene acompañado de un plato de arroz con aguacate, para mitigar un sabor tan fuerte y que no se haga pesada su degustación.

Un plato pa´ que me pillen con el estómago lleno.

Y tras tan opíparo almuerzo, me he quedado enganchado entre los más de 80 canales temáticos que se ven vía satélite. Y es que entre los documentales de la History Channel, las andanzas de los jóvenes diseñadores del reality de Heidi Klum en Project Runway, las animaladas de las conejitas de la PlayBoy Mansion, la escuela de señoritas arrabaleras del Bronx de la Charm School y los avatares del Dr. 90210 en su reality de cirugías en directo...no sé por cúal decidirme!!

jueves, 7 de febrero de 2008

Sociología de jugos y refrescos a bordo

A lo largo de los vuelos a lo largo y ancho del Atlántico me he percatado de lo distintos que pueden ser los pasajeros según criterios de nacionalidad y cultura. Estas diferencias no sólo quedan patentes en el comportamiento a lo largo del vuelo, sino en cosas tan aparentemente triviales como el gusto por determinados tipos de bebidas.
Fuente: Gunillo
Hace poco, tras un vuelo a Santiago de Chile nos encontramos con una gran mayoría de pasajeros franceses. Ante mi sorpresa, el zumo de manzana y la CocaCola light, bebidas ambas que siempre suelen sobrar en todos los vuelos, se consumían de manera vertiginosa.
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Los pasajeros andinos (ecuatorianos, peruanos y bolivianos) se pirran por el zumo de melocotón, (rebautizado por ellos como jugo de durazno) y a pesar de que a bordo no tenemos la tan ansiada por los peruanos IncaKola, se consumen grandes cantidades de su homóloga gringa de Atlanta de toda la vida, que ellos denominan como gaseosa.
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Los pasajeros del sur de Sudamérica, valga la redundancia, o sea, chilenos y argentinos, también consumen grandes cantidades de jugo de durasno y CocaCola, ésta última denominada por los chilenos como bebida.(sic), dando lugar a diálogos de besugos como éste:
-Qué va a beber, señora?- preguntas con sonrisa Profident.
-Yo tomaré bebida.
-Ya, eso es obvio;-se te empieza a agriar el gesto- ¿pero qué bebida?
-Bebida no más.
-Vale, -con tono de cabreo y sirviéndole lo primero que pillas- aquí tiene su zumo de naranja, señora.
Y además, los chilenos manifiestan una preferecia a la exótica Fanta de Limón frente a la de Naranja por la sencilla razón de que por lo visto en Chile no hay Fanta de Limón.
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Ale, se acabó este concienzudo análisis estadístico.