Tras el maravilloso finde Guadalupano-Lo Paganesco playero-alcohólico del fin de semana con el que te cuento, me encuentro de vuelta a los Madriles con una semana inédita en la que tengo más tiempo libre que una jubilada ociosa, casquivana y con ganas de gastarse bien de perras.
A saber: Martes libre, Miércoles Franco que se vuelve libre, un Jueves Franco que se convierte en un London sin salir del avión con toda la tarde libre; un Viernes a London que se cancela y se vuelve Libre; un Sábado Franco-Libre y otro Domingo londinense que más el que he tenido hoy y alguno más la semana anterior, me convierten en la persona que más veces ha viajado tontamente a Londres en apenas una semana sin haber visto absolutamente nada de Londres...
Y claro, Madrid, que es la capital que más vida ocio-cultural puede ofrecer de toda España y parte del Mundo conocido, me brindó la oportunidad de no perder evento alguno que se precie.
El Martes fui a visitar la exposición en el Museo de La Ciudad del pintor granadino
López Mezquita, 1883-1954, dotado con una capacidad para plasmar retratos como ningún otro pintor; autor entre muchísimas obras, de la célebre
La Cuerda.
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La gitana se resiste a que lleven preso a su hombre, y la Benemérita ni caso.
Por el Paseo del Prado revisité una exposición al aire libre que está dando mucho que hablar y levanta admiración entre los viandantes.
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Igor Mitoraj y sus monumentales colosos al más puro estilo chulazos grecorromanos.
Y no tengo por menos que criticar, cual columnista con mala leche ( mi gran vocación frustrada) porque si me callo, reviento y no es plan.
En el otrora Ministerio de Sanidad y Consumo (que por obra y gracia del personajillo que tenemos por Presi a saberse cómo coños se llamará ahora) ponen este cartel.
Los de siempre con el tema de siempre. Atacamiento de los nervios, oiga.
Vamos a ver, campaña para la prevención del sida, exclusivamente dirigida al público gay. ¿Por qué? ¡No se suponía que NO era un colectivo de riesgo?! (buenrrollistas dixit aunque no se lo creen ni ellos, vaya).
¿Por qué entonces hacer esa distinción? ¿También habrá campañas exclusivas para jubilados, parados, gente de ojos azules o gente que lleva jerseys de rayas? A ver si la intelectualidad progresista se pone de acuerdo y se aclara.
El ridículo lema reza: "...enfermedades de transmisión sexual en hombres que tienen relaciones con otros hombres", vamos a ver, queridass... ¿No se le llamaba a eso relaciones homosexuales de toda la vida. ¿Ha cambiado la nomenclatura de repente? Es políticamente incorrecto el uso de la palabra homosexual porque mancilla y estigmatiza prejuiciosamente a un colectivo que bla, bla, bla?!? Puf, es que es tocar el temita y me enciendo.
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Jueves, fabulosa obra del grupo Yllana en el alternativo Teatro Alfil. Unos artistas de los pies a la cabeza que improvisan cinco piezas musicales a partir de cinco sms elegidos al azar de entre todos los que mandaba el público asistente y que iban apareciendo en un video mural (videowall para las anglófilas).
Situaciones delirantes, imitación de acentos a la perfección (inolvidable la pieza de las pitonisas mamarrachas que realizan vudú con acento murciano, la psicópata cubana que vende naranjas o la ex-alcohólica argentina), rimas perfectas, coreografías insólitas y coordinación perfecta en un espectáculo más que recomendable e imperdible.
Y tras una inauguración de tiendas alternativas y alguna película a tufillo españolada con gracietas ridiculizantes a los gays más vistas que el tebeo...
Cumpleaños de Guille y fin de fiesta en La Sista:
El local más freaky y divertido de La Latina, donde la mezcla y el buen rollo son la clave del éxito. Bueno, eso y los pinchos de tortilla, lomo, pimientos, magdalenas o turrones que te sirve el simpático camarero, clavaíto a Paquito Clavel, todo un personaje que se comunica a través de su libreta de notas.
Y ya en casa, el Pulpito Sprough se queda bizco...
...ante las gangas que se compra la Bruja Piruja.
¿Qué cutis, aparte del suyo, podría aguantar una crema semejante?
La Bruja Avería, capitalista y malvada con la voz de Ángela Channing.
