domingo, 1 de noviembre de 2009

¡Fulano, cabrón; nos debes mogollón!

Una manifestación siempre es interesante: una declaración de principios reivindicativa en la que cada cual expresa con total libertad sus ideales. Gracias a la desinhibición que proporciona el anonimato al estar inmerso en una masa gritona y escandalosa, se dicen cosas que uno no se atrevería a decir en solitario.
.................................................
Para que una manifestación sea tomada en serio debe de constar de cuatro factores: que sea concurrida (cuanta más gente, más ruido, más alboroto y mejor), que lo reivindicado sea un hecho importante, que tenga lugar en un sitio público y que se guarde cierta coherencia entre la estética de los manifestantes con lo que se proclama.
Porque claro, de lo contrario tendríamos casos delirantes, por poner un ejemplo, como una manifestación de ocho personas por la subida del precio del cebollino rojo en la casa de Don Paco Pérez : ocho manifestantes no resultan trascendentes, ni el tema parece realmente crucial, ni el comedor de una casa es el lugar idóneo para realizar dicha manifestación.
.

-Ay, jo!
Por el mismo hecho, la estética es sumamente importante: ni se puede protestar por la matanza de animales para consumo humano mientras te estás zampando una hamburguesa, ni resulta apropiado pedir dinero ni protestar porque una empresa deba cuatro nóminas y más de 4.000 € a cada trabajador yendo a dar el petardazo padre a la mani sujetándote las maxigafas de Prada mientras se te enreda la pancarta con el bolso de Louis Vuitton, desabrochándote por el sofocón del momento el abrigo Loewe y quejándote del dolor de pies por haber estado saltando sobre unos taconazos de vértigo by Jimmy Choo. Y es que a pesar de todo, cada vez somos más conscientes de que el glamour, la clase y el estilazo jamás abandonarán a una auténtica cometa.

No hay comentarios: